La Socioterapia

En el adulto no se trata de corregir, interviniendo en el desarrollo por medio de la educación, sino de poner condiciones en las que el destino pueda desarrollarse y donde la fuerza de la individualidad pueda hacerse más fuerte en relación con lo social.

Con la madurez aparece la necesidad de que, el adulto necesitado de cuidados especiales, salga de su propia familia y encuentre una comunidad de “Vida Socioterapéutica”, cuando no sea capaz de llevar una vida totalmente independiente. En general, con la edad adulta, llega el momento de poder participar en una vida comunitaria, aún cuando los padres pudieran seguir atendiendo a su hijo en su propia casa.

Es una necesidad de cualquier ser humano. La verdadera integración consiste en encontrar una comunidad de personas que, conviviendo, estén dispuestas a compartir alegrías y tristezas, éxitos y problemas.

Para nosotros, la Discapacidad es: “Una persona que está discapacitada, no que es discapacitada”. Sus habilidades humanas son reconocidas y se hacen grandes esfuerzos para tratarle. Vemos que es algo más que su apariencia física. Es algo más que su cuerpo y emociones. Es algo más que las palabras que pueda o no pronunciar. Incluso más que sus logros. En su apariencia es, meramente, el caparazón exterior de un infinito y eterno ser espiritual.

En el centro de la comunidad se encuentra el reconocimiento de la dignidad de las personas con discapacidad.

TIEMPO Y ESPACIO EN LA PEDAGOGIA CURATIVA

HERMANN BIRKENMAIER

¿Por qué vivimos en el tiempo y en el espacio? ¿Por qué hemos de soportar en cada instante que aquí donde hay un vaso no puede haber otra cosa? ¿Por qué las cosas en el espacio se tocan?

Nos tocamos sin cesar en el espacio, si me quiero sentar en la silla que ocupa otra persona tengo que pedirle que se marche para poder sentarme. Ya dijo Descartes “sal de ahí para que pueda meterme yo” . Piensen en esto, las cosas en el espacio se tocan, las cosas están siempre una al lado de la otra, solo una. No puedo decir dos palabras, al mismo tiempo.

Por eso es tan bueno cantar en coro; podemos decir, que es una vivencia fuera del tiempo y el espacio, porque aunque estamos separados, se tiene la vivencia de estar juntos. ¿Por qué debemos vivir en el tiempo y el espacio, en el que chocan las cosas y una debe venir después de otra?

En el tiempo en el que se preparaban los cosmonautas se hicieron toda clase de pruebas y experiencias. Se planteaban la cuestión de cuánto podía soportar un hombre si no tenía nada que soportar. Para concretar esta formulación paradójica se dijo:

¿Cuánto tiempo soporta el hombre sin confrontarse a un mundo que se le opone, estando totalmente aislado a todo estimulo?

No les diré los detalles de la experiencia pues juegan un papel secundario, les diré solo el esquema de la misma. Para cumplir las condiciones mencionadas se eligió un pozo de 8 metros de profundidad que desembocaba en una laguna subterránea que tenía la dimensión de una gran habitación y estaba llena de agua a 37 ºC de temperatura para no tener estimulación ni de calor ni de frio; se puso en ella a la persona de manera que estuviera flotando y respirando artificialmente. A fin de eliminar cualquier resistencia exterior- procedente de los movimientos de los brazos por ejemplo- se envolvieron todas las superficies del cuerpo con material aislante para impedir toda estimulación del sentido del táctil de la piel.

Oscuridad total, silencio absoluto y eliminación de cualquier otra estimulación posible. ¿Qué puede soportar un hombre que no tiene nada que soportar, cuando no se ve nada ni se experimenta nada, ni pudiese escuchar su corazón ni su respiración? Es realmente un experimento extremadamente interesante. A los que estamos inmersos en tensiones nos gustaría vivir esta experiencia; ser llevados, flotar, no oír nada, no ver nada. El resultado de este estado fue muy revelador. Después de algunos minutos la persona experimentó alucinaciones, siendo presa del pánico ¡Y se trataba de futuros cosmonautas que tenían los pies en el suelo!

Después de 6 minutos se encontraba en tal estado de angustia que se perturbó todo el sistema hormonal del organismo. A los 10 o 15 minutos se veían obligados a terminar la experiencia, porque la sangre empezaba a descomponerse, los glóbulos blancos se multiplicaban, la hipófisis dejaba de funcionar y la producción de hormonas se detenía. Después de 10 minutos de ausencia de procesos el cuerpo empezaba a descomponerse.

¿Qué nos dice esto?

Ustedes mismos pueden responder a la pregunta. Creo que se puede decir claramente qué es lo que hace vivir al hombre ahora. Si nos planteáramos qué es el hombre y, posteriormente, qué es lo que hace vivir al hombre, descubrimos que es la confrontación con el mundo que se opone a él. Gracias a su relación con el objeto, el organismo experimenta esta confrontación que no es mínima, como podíamos esperar, sino total. Queridos amigos, la vida en el sentido de una “vida vivida”, no puede realizarse más que ejerciéndose, practicándose constantemente.

Es quizás ya una respuesta al por qué vivimos en el tiempo y el espacio. Chocamos con los objetos espaciales, y cada choque es un despertar. Yo soy un hombre porque lo otro se me opone. Y preguntémonos ahora sobre el empeño que el hombre moderno pone en evitar todos los obstáculos; de alguna forma ello indica que huye de sí mismo.

Y puesto que hablamos de pedagogía, puedo decir que son los obstáculos quienes hacen que seamos hombres.

Pero, cuando se trata de hombres con deficiencias ¿qué puedo hacer para que ellos puedan experimentar también esta oposición, que puedo hacer para que choquen, para que también realicen experiencias? ¿Pero cómo hacer esto si alguien sufre por ejemplo una tetraplejia, si no puede utilizar sus cuatro miembros, no puede recoger sus cosas, ni vivir con sus piernas, en sus tres dimensiones? ¿Cómo hacer que un ser que padece de hemiplejia pueda ponerse en contacto con el espacio, si no puede tener nunca la vivencia de derecha-izquierda? ¿Cómo puede ponerse en contacto con el espacio un ser que sufre de paraplejia y del ombligo para abajo no experimenta nada? Plantéense estas preguntas.

Aquí nuestra pedagogía hace un llamamiento a la intuición del pedagogo; hay que encontrar los medios para reemplazar estas vivencias. Hay muchas posibilidades, pero estos son casos especiales.

Ciertamente, estaremos de acuerdo que, para ponernos en oposición a algo o a alguien, hace falta audacia, hace falta voluntad; el saltar alagua en una piscina se intenta una y otra vez … y, finalmente, de golpe, se dice «quiero», «puedo» y se salta; es voluntad. En psicología esto se llama «motivación». Pero, ¿qué haces si esta posibilidad de actuar es débil o no existe; si la acción o la voluntad no se realiza? Si falta la voluntad de adueñarse del tiempo y del espacio es porque la mayor parte de los niños con problemas son débiles, y esta debilidad no les permite pensar, porque para formar ideas lógicas, para pensar, hace falta voluntad.

¿Qué sucede si la voluntad actúa? Que veo el resultado de lo que he realizado. ¿Qué persigue el resultado? Cuando veo lo que he hecho, tengo siempre un resultado frente a mí, y una facultad se encuentra en crecimiento.

Si realizamos mucho un ejercicio, por ejemplo tocar el piano, este ejercicio nos dará un resultado, aumentará en nosotros una facultad. ¿Qué sucede con toda facultad que está creciendo, cuando uno se vuelve cada vez más apto? Aparece la conciencia de uno mismo, la fe en sí, la confianza en uno mismo.

Un niño con problemas siempre tiene un déficit de voluntad, es débil, en vez de éxitos tiene fracasos, en vez de aumentar la facultad se vuelve más y más débil, y en vez de esa confianza creciente en sí mismo aparece un sentimiento de inferioridad, por eso dice «no puedo».

¿Cómo puedo ayudarle? Puedo acompañarle, tomarle de la mano y sustituir sus fuerzas para que pueda andar; puedo hacer un camino a su lado de manera que llegue a un resultado. Cuando le doy un trabajo que es capaz de hacer, cuando no le sobreexijo, surge un resultado, aunque sea pequeño. La facultad crece de alguna manera si le dáis un trabajo que esté en la medida de las capacidades de este niño con problemas.

También puedo ayudarle en su voluntad débil a causa de su enfermedad, aún siendo muy difícil actuar sobre lo volitivo, a través del «ritmo». Éste sustituye la voluntad. El ritmo de acostarse, el de levantarse; el de la semana, las fiestas, el de los cumpleaños, etc., son grandes ritmos que se repiten también. Todo esto actua sobre la voluntad. Es el ritmo el que sustituye a la fuerza, y sobre la acción podemos actuar con el ritmo.